Campaña de lectura en México
Campaña de lectura en México

La campaña de lectura de veinte minutos al día es (tal vez) la estrategia perfectamente bien planeada para que las televisoras se amparen y luego no estemos diciendo que sólo nos programan contenidos basura que nos inhiben el pensamiento crítico (que nos apendejan, para que quede más claro) . No me pasa por la mente que algún intelectual, empresa, asociación, o escritor reconocido y comprometido con la lectura haya contribuido en tal campaña estratégica. Pero esa es sólo una teoría. Si las televisoras junto con sus peones de batalla tuvieran en realidad el deseo de que las personas fueran lectores, deberían empezar por dejar de manipular las mentes de los televidentes y en oposición a esto, dejar que las mismas personas se creen una opinión a partir de su libertad intelectual dando todos los ángulos de algún evento de carácter crucial para el bien de todos. Y es que esto no ocurre porque además de que las personas se insensibilizan con series de televisión, los noticieros, por todas las formas posibles, obligan a que las personas crean lo que es conveniente a intereses de algunas personas. Así, pueden estar informándonos de un asunto sin relevancia que se transforma en nota de primera plana, mientras que por otra parte ocurre algún evento transcendental cuyas consecuencias son fatales pero de eso no se habla. Y una pregunta surge ¿vale la pena la campaña de leer veinte minutos al día?
La anterior pregunta sólo puede ser respondida cuando las personas intenten leer ese tiempo y se den cuenta de los resultados que arroja tal indicación. Por mi parte, considero que hay alternativas a esta campaña. Las bibliotecas son una buena opción cuando no se tiene el dinero para comprar libros. Pero nuevamente hay alguna influencia de algún tipo de medio, el que sea, que nos hace perezosos para caminar algunas cuadras, entrar en uno de estos espacios y comenzar a leer. Hoy, muchas bibliotecas tienen casi de todo tipo de libros que van desde los libros maltratados y arruinados por el tiempo con algunas hojas sueltas y carcomidas hasta aquellos de reciente publicación. Aunque estoy en contra de muchas de las iniciativas del gobierno, debo reconocer que, por ejemplo, me ha tocado ver ediciones hermosas de libros clásicos y contemporáneos en bibliotecas públicas y que pueden ser accedidas ya sea para leerlos en la sala de lectura o para ser llevados a casa y con toda la comodidad del mundo leerlos. Aunque la iniciativa gubernamental sea maravillosa, sigue faltando ese empuje para que esos libros se abran y comiencen a ser leídos. Es aquí donde regreso a aquella propuesta que hice anteriormente, del mismo modo que los medios nos meten contenidos chatarra a toda costa, bien podrían hacer que promuevan un interés por la lectura sin medida y crítica porque de otro modo, la lectura no sirve.
Para terminar, no estoy en desacuerdo con las campañas sobre lectura, con lo que tengo choque es que sean los medios quienes quieran hacernos creer que nos incitan a leer pero que por debajo de ese discurso existe un plan que obliga a lo contrario y más haciendo que se tenga un interés adictivo a ver un programa televisivo o a estar en alguna red social que realmente leer algo. ¿Leer veinte minutos al día? Inténtenlo y creen su propia opinión.
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