Una aventura extraordinaria

Una aventura extraordinaria

Tengo una historia deambulando en mi cabeza esta noche. Se trata de unos sueños que quisiera inventarte mientras tú duermes y al día siguiente despiertas y yo estoy contigo, viendo tus ojos, contándote cada detalle de lo soñado. Sé que no me entenderás porque todavía no sabes qué significa la invención pero cuando comiences a imaginar comprenderás que todo lo que te invento es el deseo por crearte un mundo alterno. De esos sueños que te quiero inventar me pregunto si has considerado la idea de saber qué hace el felino que aún no tienes pero con el que podrías jugar y enfadarte por los rasguños de sus filosas garras. O tal vez podrías preguntarte si los peces que comes no se encuentran en este momento durmiendo mientras crean burbujas y su glu glu te arrulla. Los sueños que quiero inventarte me recuerdan a la aventura que Pi vivió en la India junto a su familia siendo dueños de un zoológico que tuvieron que dejar por viajar a Canadá. Para eso, tuvieron que navegar y el barco japonés en el que navegaban naufragó perdiendo todo en un instante, quedando en el bote sólo él. Después, la cebra, la hiena y el orangután que apareció flotando sobre unos racimos de plátanos, todos reunidos en su bote y el desenlace de cada uno de ellos me pusieron triste. No desearía que estos episodios fantásticos aparecieran en tus sueños. Quisiera que el felino de tus sueños fuera tierno y perezoso y no tuviera que ver con el tigre de bengala al que Pi tuvo que enfrentarse después de que éste apareciera para comerse a la hiena que había matado a la cebra herida de su pata y que en un descuido desangro del cuello al orangután que llegó al bote montado en unos racimos de plátanos. No quisiera que sintieras este miedo de tener un felino feroz viéndote como una presa más a la que en cualquier descuido se podría comer después de días de naufragio a mar abierto. Pero quisiera que pudieras ver lo maravilloso del espectáculo de peces voladores zumbando por tu cabeza, golpeándote cada parte de tu cuerpo, mientras tú intentas atrapar alguno para alimentar al tigre de bengala que ha intentado comerte. Al anochecer, quisiera que estuvieras alerta contemplando las estrellas, que vieras lo fantástico de las criaturas marinas que destellan luces fluorescentes en el fondo del mar, que pudieras ver cómo luce la luna reflejada en las olas de un mar turbio y que pensaras por un momento en lo pequeña que es tu vida comparada con ese universo acuático. Quisiera que tuvieras el coraje suficiente para enfrentar al tigre, dominarlo, hacer un trato con él, dormir en la misma embarcación, soñar que sueñas que los salvan aunque llevara un riesgo: el riesgo de intentar más de tres veces ser rescatado y en cambio ser ignorados en altamar. Tal vez te imagines rendirte o de repente llegar a una isla llena de criaturas diminutas con agua abundante para saciar tu sed y para saciar el apetito feroz del felino con el que viajas. Que al intentar dormir vieras cómo esos animalitos y tu tigre de bengala huyeran aterrorizados y que tú, en tu cama, tomaras una fruta del árbol del que cuelgas tu dormitorio y encontraras un diente, te dieras cuenta de lo peligroso que sería vivir en esa isla y mejor partieras al día siguiente. Tras otro naufragio y con las provisiones agotadas llegaras a las costas de un país ajeno al tuyo y vieras partir al tigre de bengala que te acompañó durante todo el viaje mientras en tus últimos recuerdos vieras cómo te llevaban a un hospital. A la mañana siguiente yo estoy a tu lado y todo lo que te puedo decir es 'te quiero, espero que te hayan gustado tus sueños'.

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