Negra y La Guaya Mis recuerdos sobre aquella guaya no están muy claros. La existencia de ella era de tiempos muy anteriores a mi llegada por aquellos rumbos. Lo más antiguo que recuerdo es el nombre de Negra. Cuando estaba en segundo o tercer año de primaria aquel nombre comenzaba a sonar. Pero recuerdo perfectamente bien que fue hasta cuarto año cuando Negra era un referente que continúa todavía rondando en mi cabeza. Ella era una mujer de avanzada edad; tal vez había vivido unos setenta años para aquel entonces. Era típico encontrarla por las mañanas en su pequeña tienda donde muchos de los niños que pasábamos por ahí la frecuentábamos acaso para pedir un licuado frío en las mañanas de primavera, por los tiempos de mayo, cuando el calor era insoportable. Era una vieja con un carácter fuerte. Algunos de nosotros le temíamos por los altercados que algunos de nuestros compañeros habían tenido con ella. Lo más impactante de aquellos encuentros agresivos que recuerdo fue la ocasión e
Centro Ecoturístico YESKUY TAKSt. Cada que llega un periodo vacacional, un número de personas busca el desasosiego de la rutina del trabajo en algún lugar paradisiaco de México o simplemente trata de pasar unos días en casa despreocupado de la bruma que los agobia después de largos días de mantenerse escuchando y soportando gritos y regaños de los jefes. Para aquellos que tienen las posibilidades económicas, un paseo fuera de la ciudad en alguna playa del golfo o del pacífico es la mejor manera de desestresarse y también de endeudarse cuando todo termina. En esos días de asueto, aunque refrescarse en la playa es de lo más solicitado, muchas veces termina siendo difícil pasar un buen rato puesto que la concurrencia es demasiada y los precios de hospedaje, transporte y alimentación muchas veces suelen incrementarse en gran medida. Algunas personas no van a la playa y prefieren pasarla en algún prestigiado balneario en el que de igual manera, se encuentran muchas personas y enfrentan
Votos para una esposa Todavía yace en mi memoria aquella ocasión en que te conocí. Está de más la descripción. Sólo diré que estuve atento a tus pasos y te seguí con la mirada hasta que estuviste casi frente a mí. Después perdí tu rastro por un día y luego por semanas, meses y años. Hasta que nuevamente nos cruzamos por alguna circunstancia desconocida y estuvimos esta vez frente a frente. Yo con los latidos acelerados y la transpiración imparable que emanaba por todos mis poros. Entonces hablamos y caminamos desde muy temprano hasta muy tarde. Aquello fue nuestro comienzo. Con el paso del tiempo nos permitimos conocernos. Seguimos conversando interminablemente sin querer dejar un solo tema sin discutir. Imaginamos, proyectamos y regresamos nuevamente a nuestro presente en cada uno de nuestros encuentros. Nuestros pasos iban ligeros, lentos, cuidando cada uno de nuestros movimientos. Hasta que decidimos que las circunstancias debían tornarse distintas y debíamos estar más tiempo
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