Centro Ecoturístico YESKUY TAKSt. Cada que llega un periodo vacacional, un número de personas busca el desasosiego de la rutina del trabajo en algún lugar paradisiaco de México o simplemente trata de pasar unos días en casa despreocupado de la bruma que los agobia después de largos días de mantenerse escuchando y soportando gritos y regaños de los jefes. Para aquellos que tienen las posibilidades económicas, un paseo fuera de la ciudad en alguna playa del golfo o del pacífico es la mejor manera de desestresarse y también de endeudarse cuando todo termina. En esos días de asueto, aunque refrescarse en la playa es de lo más solicitado, muchas veces termina siendo difícil pasar un buen rato puesto que la concurrencia es demasiada y los precios de hospedaje, transporte y alimentación muchas veces suelen incrementarse en gran medida. Algunas personas no van a la playa y prefieren pasarla en algún prestigiado balneario en el que de igual manera, se encuentran muchas personas y enfrentan ...
Negra y La Guaya Mis recuerdos sobre aquella guaya no están muy claros. La existencia de ella era de tiempos muy anteriores a mi llegada por aquellos rumbos. Lo más antiguo que recuerdo es el nombre de Negra. Cuando estaba en segundo o tercer año de primaria aquel nombre comenzaba a sonar. Pero recuerdo perfectamente bien que fue hasta cuarto año cuando Negra era un referente que continúa todavía rondando en mi cabeza. Ella era una mujer de avanzada edad; tal vez había vivido unos setenta años para aquel entonces. Era típico encontrarla por las mañanas en su pequeña tienda donde muchos de los niños que pasábamos por ahí la frecuentábamos acaso para pedir un licuado frío en las mañanas de primavera, por los tiempos de mayo, cuando el calor era insoportable. Era una vieja con un carácter fuerte. Algunos de nosotros le temíamos por los altercados que algunos de nuestros compañeros habían tenido con ella. Lo más impactante de aquellos encuentros agresivos que recuerdo fue la ocasión e...
Tres días para ver de Hellen Keller Los derechos del texto original en inglés corresponden a The Atlantic Monthly. January 1933; Three Days to See; Volume 151, No. 1; pages 35-42 Traducción al español de Rolando Blas Sánchez I Todos hemos leído historias emocionantes en las que el héroe tenía un tiempo específico y limitado para vivir. A veces era todo un año; a veces tan solo unas veinticuatro horas. Pero siempre nos interesaba descubrir cómo decidía pasar sus últimos días u horas ese hombre condenado a morir. Hablo, por supuesto, de hombres libres que pueden elegir, no de criminales condenados cuyas actividades están estrictamente delimitadas. Ese tipo de historias nos hacen pensar o preguntarnos qué haríamos en circunstancias similares. ¿Qué eventos, qué experiencias, qué asociaciones vendrían a nuestra mente en esas últimas horas como mortales? ¿Qué momentos felices encontraríamos al revisar nuestro pasado, qué lamentaciones? Algunas veces he pen...
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